Cómo superar un trauma de la infancia y liberarte

Cómo superar un trauma de la infancia y liberarte

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cómo superar un trauma de la infancia

Hay momentos en nuestra vida que inevitablemente se quedan grabados y marcan para siempre el resto de nuestra existencia. Cuando vivimos experiencias dolorosas o traumas en nuestra infancia, anida en nosotros un sentimiento de dolor muy profundo que continúa teniendo poder en la edad adulta y puede acrecentarse con el pasar de los años. 

Estos traumas infantiles influyen en el camino de vida que escojamos, seamos conscientes de ello o no. Así, se manifiestan en nosotros a la hora de tomar decisiones o de relacionarnos con los demás. En muchos casos, estos traumas hunden sus raíces de manera tan profunda, que traspasan generaciones y generaciones en nuestra familia. 

Lo importante cuando se tienen heridas de este tipo es tomar consciencia de ellas, aceptarlas y prestarles atención. Y es que, las personas que han sufrido un trauma infantil que no han sanado, continúan manteniendo las mismas actitudes de aquel niño herido que una vez estuvo en peligro. 

Estas reacciones pueden activarse sin motivo aparente, incluso encontrándote en el mejor momento de tu vida. Por ello, hay que saber cómo superar un trauma de la infancia y conocer las herramientas que pueden ayudarte a hacerlo. 

Los traumas infantiles

Los traumas infantiles no superados dejan secuelas en las personas que los sufrieron, haciendo que disminuya su bienestar emocional y lleguen a sentirse inadaptados socialmente. Poner en orden nuestro mundo emocional es de vital importancia para poder mantener en buen estado el resto de áreas de nuestra vida. 

La noticia positiva es que con trabajo consciente, podemos superar los traumas infantiles desde el adulto. Pero para ello, es necesario conocer qué es un trauma infantil, a qué se deben y cómo son sus efectos en edad adulta

¿Qué es un trauma infantil?

Un trauma infantil es una herida emocional causada por un acontecimiento de gran impacto que la persona no es capaz de procesar. 

Cuando estás situaciones se dan en una edad temprana, el afectado no dispone de las herramientas necesarias para manejarlo. De esta manera, el pequeño sufriría de problemas psicológicos que arrastrará más adelante durante la edad adulta si no son  tratados, aceptados y atendidos.

Por este motivo, para poder sanar una herida emocional, es necesario procesar esa situación, aunque hayan pasado muchos años. Aceptar y abordar estas heridas a veces no es sencillo, por lo que es muy recomendable contar con ayuda profesional.

¿A qué se deben los traumas infantiles?

Cuando somos niños no somos capaces de gestionar nuestras emociones y somos mucho más vulnerables. Nuestra supervivencia depende de nuestros progenitores y por este motivo, cualquier conducta inapropiada por su parte puede causar una situación de indefensión que suponga una amenaza.

Los sucesos que se manifiestan más frecuentemente y causan traumas y heridas durante la infancia son abandono, vergüenza, shock, rechazo, abuso, etc.

Las consecuencias que estos dejan en la edad adulta van desde la falta de regulación emocional, problemas de adicciones, dificultad en las relaciones con los demás o comportamientos sexuales de riesgo

¿Cómo saber si tengo un trauma de la infancia?

Algunos de los síntomas, que podemos presentar, en caso de padecer un trauma de la infancia por sanar, son problemas psicológicos que afectan a nuestro orden emocional. Entre los más comunes y que identificamos más fácilmente encontramos la ansiedad, la depresión o cualquier otro desorden emocional.

Para detectarlos, es necesario prestarles atención, ya que, por haberlos padecido durante toda la vida, hemos podido normalizarlos y quitarles la importancia y atención que necesitan. 

Algunos de los rasgos que te harán reconocer que tienes un trauma de la infancia por sanar pueden ser:

Baja autoestima e infravaloración

Uno de los síntomas más frecuentes que aparecen cuando sufrimos traumas en la infancia y aún no los hemos atendido, es que tendemos a pensar que estamos por debajo del resto de personas. 

Existe la creencia de que no somos merecedores de las cosas buenas que nos pasan, ya no sentimos que seamos lo suficientemente buenos. Desde esta visión podemos percibir que nos engañan cuando nos dicen algo bueno sobre nuestras capacidades o actitudes. 

En otras ocasiones, puede producirse el efecto contrario. Cuando hay un trauma sin sanar, puede manifestarse en forma de comportamientos de superioridad. De esta manera, se trata de compensar la falta de seguridad en uno mismo sufrida desde la infancia. 

Inhibición

Existen casos en los que la persona trata de ser invisible para los demás. De esta manera, existe retraimiento y freno a la hora de ser uno mismo. Existe miedo a no ser aceptado, lo que provoca que la persona no pueda responder adecuadamente a los estímulos. 

Detrás de estos casos se esconde mucho sufrimiento y es que esta inhibición provoca dificultades para mantener relaciones sanas con los demás, aislamiento y hermetismo. La persona no quiere llamar la atención y por eso no actúa. 

No hay que confundir este síntoma con el caso de las personas introvertidas. Estas últimas no son muy dadas a las relaciones sociales, sin embargo, no tienen problema en decir lo que piensan o mostrarse ante los demás tal como son cuando tienen que hacerlo. En estos casos, la persona evita llamar la atención a toda costa. 

Irritabilidad

Cuando existen casos en los que no se han superado los traumas del pasado, las personas pueden manifestarlo en forma de ira desmedida. 

No necesariamente se trata de personas violentas, sin embargo, ante determinadas situaciones pueden mostrar episodios de rabia descontrolada.

Su irascibilidad se puede sentir en su tono de voz o en la manera en la que gesticulan. Parece que siempre estén molestas o a punto de explotar, y el mínimo inconveniente puede acabar con su paz mental o estabilidad emocional.

Baja tolerancia a la frustración

En los casos en que las personas tienen traumas infantiles por sanar, existe un cúmulo de ira que no les deja vivir en paz. Así, manifiestan una muy baja tolerancia a la frustración, mostrando actitudes de enfado y poca paciencia con los demás.

Ocurre en estos casos que pierden el interés muy rápidamente o se enfadan con facilidad. Suelen tener muchas dificultades para trabajar en equipo. 

Disculparse constantemente

En los casos de personas en los que ha habido una crianza humillante o con poco afecto, pueden sentir continuamente que molestan en las conversaciones de los demás. 

De esta manera, pasan el tiempo pidiendo disculpas constantemente. Sienten que molestan o que dicen cosas inapropiadas o que no le interesan a nadie. 

Huir del conflicto o vivir en él

Cuando se ha vivido en un entorno familiar en el que ha existido mucho conflicto, es muy habitual que la persona busque relacionarse de la misma manera con los demás. 

Así, en los casos en los que se dan estas experiencias en la infancia, con frecuencia ocurre que de adultos tengan que enfrentarse a problemas emocionales. 

Se dan también situaciones opuestas en que las personas huyen completamente del conflicto, por lo que, estos miedos les impiden enfrentarse a los problemas.

Desajustes alimenticios

Problemas como la anorexia o la bulimia están estrechamente relacionados con traumas infantiles. 

Cuando las personas no saben o no pueden canalizar las emociones, es posible que lo hagan a través de la comida, causando desajustes en su metabolismo.

Efectos del trauma infantil en la edad adulta

Los traumas infantiles no sanados implican secuelas y consecuencias en la edad adulta. De esta manera, conociendo nuestra infancia podemos entender nuestros comportamientos y tratar de modificarlos para sufrir menos.  

En todo caso, cuando hay heridas emocionales por sanar desde la infancia, quedarán secuelas en los circuitos neuronales del cerebro. De esta manera, estos traumas pueden manifestarse en cualquier momento y ante la situación más inesperada.

La manera en la que estos traumas pueden hacerse visibles pasa desde trastornos mentales graves, de ansiedad, psicóticos, alimentarios o del sueño hasta intentos autolesivos, depresión o consumo de estupefacientes y drogodependencia

Existen también casos en los que estos traumas se manifiestan en los hábitos alimenticios, causando bulimia o anorexia, o en forma de problemas como la fibromialgia o los trastornos de la piel.

¿Cómo sanar los traumas de la infancia?

Los casos en los que hemos sufrido de traumas en nuestra infancia hace que no podamos desarrollar nuestra vida adulta como desearíamos. Así, cada vez nos traen más problemas en las diferentes áreas de nuestras vidas. 

Por tanto, no está de más preguntarnos cómo superar un trauma de la infancia. Cuando queremos dejar de repetir situaciones que nos angustian o duelen, lo mejor que podemos hacer es indagar en nosotros mismo y en las heridas que tenemos en el alma.

Al comenzar este periodo de introspección, es posible que descubramos que, en muchos casos, ni siquiera actuamos de manera consciente. Nuestra manera de actuar obedece a pactos de lealtad que hemos firmado de manera inconsciente con nuestro árbol genealógico

Para sanar las heridas que venimos arrastrando generación tras generación, existen las constelaciones familiares. Esta poderosa herramienta nos ayuda a tomar consciencia de las heridas familiares para abordarlas, aceptarlas y sanarlas.

Si sientes curiosidad por conocer en profundidad qué son y en qué consisten estas terapias, puedes pasarte por nuestra academia y participar en nuestro taller de constelaciones familiares

También tienes la oportunidad de profundizar en ellas a través de nuestro monográfico o formando parte de nuestras formaciones online sobre constelaciones familiares


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